domingo, 1 de septiembre de 2013

Los cinturones de Van Allen

El Sol es un astro benefactor, pero también pueden ser letal. Su potencial poder destructivo es casi inimaginable; pero convivimos con él, al menos por ahora y hasta dentro de unos 5000 millones de años, de una manera razonablemente armoniosa. Podríamos decir que este amable equilibrio se lo debemos al campo magnético de la Tierra, el cual, a modo de escudo, desvía e impide que las partículas altamente energéticas procedentes del Sol (el viento solar) atraviesen la atmósfera de nuestro planeta, lleguen a la superficie y tengan consecuencias fatales para la vida a corto y medio plazo. 

Se conoce como magnetosfera la región alrededor del planeta donde las partículas cósmicas quedan concentradas y son desviadas. En ella destacan los cinturones de Van Allen como zonas en forma de anillo toroidal en las que se da circulación de protones y electrones, en grandes cantidades, entre los polos terrestres. Esas partículas quedan detenidas en los cinturones, y en los polos, al llegar a la alta atmósfera, generarán el fenómeno de las auroras, boreales o australes. Pero no hay peligro. La vida queda salvaguardada, gracias al movimiento de rotación de la Tierra, que genera el campo magnético.

No solo nuestro planeta posee magnetosfera. Todos los planetas con campo magnético la tienen: Mercurio, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno. Incluso algunos satélites. En Marte, una de las hipótesis para explicar la ausencia de vida es que en un momento dado de su historia se detuvo el núcleo. Así, el campo magnético se haría tan débil como es actualmente, y al no poder retener las poderosas radiaciones solares y cósmicas, la vida se vio, probablemente, abocada a su fin, y cambió la fisonomía del que, aun así, es candidato para albergarla.

Un saludo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario