miércoles, 16 de febrero de 2011

Lluvia de este mundo, lluvia de otro mundo

En días lluviosos como este, asistimos en nuestro planeta a un fenómeno que se diría único: la precipitación de gotas de agua desde su origen en las nubes. Días grises de invierno como este, o tórridos días de verano, con sus tormentas breves pero intensas, el benefactor elemento, el agua, hace presencia. En efecto, parece un fenómeno único. O no. Porque existe al menos un lugar en el Sistema Solar en el que también hay lluvia. Se trata de Titán, la gran luna de Saturno, el segundo satélite en tamaño del Sistema Solar. Allí, la lluvia no es de agua, sino de metano, y se cree que es la artífice de lo que parecen cauces fluviales y lagos. Por supuesto, según los indicios, también habría nubes, de vapor de metano. Se llega incluso a hablar de un "ciclo del metano", equivalente al ciclo del agua de la Tierra. Una vez más, Titán muestra sus similitudes con muestro planeta.

Pero hay algo si cabe más sorprendente en el Sistema Solar, sin ir muy lejos de Titán. En Encélado, una pequeña luna interior de Saturno, se han localizado enormes columnas de vapor de agua y hielo emergentes a modo de géiseres en zonas del polo sur conocidas como "rayas de tigre". Estas columnas se elevan desde la superficie del satélite hacia el universo, y conforman uno de los más espectaculares anillos de su planeta. Es una lluvia de otro mundo, pero al revés.

Ahora se cree que bajo la superficie de Encélado puede haber un océano helado, o hielo, y algún fenómeno de vulcanismo. Además, la sonda Cassini determinó que el vapor de agua eyectado contenía hidrocarburos. Compuestos orgánicos, agua, vulcanismo. Otro candidato para albergar vida. La lluvia de este mundo puede no ser solo de este mundo.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El oscurecimiento global

Se conoce con este nombre a la reducción de la cantidad de radiación solar que llega a la superficie terrestre. Es un fenómeno que se viene observando desde los años cincuenta del siglo pasado y que, más allá de su siniestra denominación, esconde una situación cuyas consecuencias no están claras aún. Bastante más claras están las causas. Al parecer, se debería a la acumulación de partículas contaminantes, hollín, etc., procedentes de industrias, calefacciones, transportes. Estas partículas quedarían en las nubes, y provocarían que estas, en términos generales, devuelvan más luz solar al espacio.

Las consecuencias son imprevisibles. Se cree que este fenómeno, enmascarador del calentamiento global, puede ser el responsable de distintas contingencias climáticas. Así, determinadas sequías en África durante décadas, las cuales han desembocado en hambrunas, podrían deberse a este oscurecimiento, al igual que anómalos cambios en los monzones, y otros muchos potenciales efectos. 

En un mundo de enormes metrópolis contaminadoras, en las que se exige a los países emergentes crecer más y más para ser "nuevos ricos", perpetuando, posiblemente, un error, un progreso mal entendido, conviene preguntarse: ¿cuándo seremos conscientes de verdad del cuidado que debemos a la Tierra a cambio de todo lo que ella puede darnos?

Saludos nocturnos.