sábado, 30 de abril de 2011

Teletransporte

¿Será posible que un día el ser humano pueda viajar de manera casi instantánea de un lugar a otro? Lo hemos visto en películas y series de ciencia-ficción. Pero tal vez no sea algo tan ficticio. En recientes experimentos se ha logrado enviar datos de un punto a otro de forma instantánea. Se trataba de paquetes de ondas no clásicas de luz, es decir, transportados sin necesidad de fotones y por lo tanto sin las limitaciones de la velocidad de la luz. Y aunque se trataba de dos puntos muy cercanos, la teoría es que podría llegar a hacerse lo mismo entre dos puntos cualesquiera del universo. Sorprendente, ¿no?

Se ha creado un dispositivo de teletransporte capaz de enviar la información de un lugar a otro sin pérdida de ningún fragmento. Sin duda esto es muy interesante. Es la primera vez que se consigue, y abre las puertas a mayores posibilidades. Pero aún queda mucho por recorrer. Aún estamos en el nivel cuántico, y las personas son otra cosa. Aunque... puede haber una esperanza. Y es que según el científico Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina en 2008, parece que bajo ciertas condiciones el ADN podría proyectar copias de sí mismo por medio de ondas elecromagnéticas. Esas ondas podrían ser recogidas en agua pura y mediante efectos cuánticos crear nanoestructuras idénticas, que acabarían siendo por medio de enzimas replicadoras idénticas al ADN original. Esta teoría ha sido acogido con escepticismo, pero ¿y si resulta cierta?

El tiempo lo dirá. Por ahora, experimentos como el teletransporte de datos que he comentado pueden ser de aplicación en ordenadores cuánticos, en los que la información podría circular por los procesadores en tiempos virtualmente cero. ¿Lo veremos? 

Dejo un par de enlaces:

http://www.abc.es/20110419/ciencia/abci-teletransportan-exito-informacion-entre-201104191700.html

http://www.abc.es/20110124/ciencia/abci-teletransportacion-201101240813.html




miércoles, 20 de abril de 2011

El mar de Aral

En silencio se ha ido consumando un desastre ecológico al que quiero hacer referencia. En Asia Central, en mitad de las estepas, entre Kazajastán y Uzbekistán, existió el que fue el cuarto lago del mundo, un mar en sí mismo por su extensión: el mar de Aral. Existió, pues ya apenas es un recuerdo del pasado. En los años sesenta del siglo XX era el cuarto lago del mundo, con unos 66.000 kilómetros cuadrados de extensión, pleno de pesca y recursos para quienes habitaban a sus orillas. Ahora es una sombra de sí mismo, apenas unas manchas lacustres que han dado paso a más desierto, inviernos y veranos más riguroros en la zona, contaminación y enfermedades para sus habitantes. Como en tantas ocasiones, un progreso mal entendido está en la raíz de una situación que puede ser ya irreversible, aunque hay algunos intentos de recuperar algo, al menos, de lo que fue.

Caminos similares parecen seguir otros lagos de la región de Asia Central, como el Baljash o el Lop Nor. Y otros, como el Mar Caspio o el lago Baikal, en Siberia, ya sufren por la contaminación. La pregunta es hasta cuándo dejaremos que nuestro planeta pague tan alto precio en nombre del falso progreso. Evocaciones de ruta de la seda me llegan cuando pienso en estos lagos y desiertos, y lamento lo que una vez fueron. Ojalá no sea tarde para ellos, pero en ocasiones pienso que la humanidad ya ha decidido, y en los mapas del futuro no aparecen.

Quiero equivocarme.

Saludos para todos.