sábado, 21 de septiembre de 2013

Profundidades abisales


Desde el punto de vista del ser humano, puede decirse que todos los lugares fuera de la Tierra son extremos. Pero, realmente, no debemos viajar muy lejos para hallar esos lugares. Los hay en la Tierra. Uno de ellos lo conforman las profundidades abisales, esas grandes profundidades oceánicas donde la luz solar no llega y donde, en contra de lo que la razón indicaría, se desarrolla una fauna propia, peculiar y sorprendente. Se encuentran peces de apariencias frecuentemente monstruosas, desde luego muy distintas a las de los que más conocemos. También, invertebrados como arañas de mar, pólipos o esponjas, de gran tamaño: de hecho se dan fenómenos de gigantismo.

Lo que no existe en estas zonas, que en conjunto cubren más del 70% de todos los océanos, son algas verdes que realicen la fotosíntesis. Llegan detritos de las zonas superiores, y en las chimeneas de las zonas volcánicas submarinas se da quimiosíntesis por bacterias. Tal vez increíble, pero la vida se abre camino de un modo u otro.

En ocasiones, las llanuras oceánicas se hunden en fosas abisales, de varios kilómetros de profundidad, y allí lo extremo se hace ya difícilmente imaginable. Aunque no hay límites para la imaginación, y acaso tampoco para la vida.

Saludos desde tierra firme, al menos por ahora.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Los cinturones de Van Allen

El Sol es un astro benefactor, pero también pueden ser letal. Su potencial poder destructivo es casi inimaginable; pero convivimos con él, al menos por ahora y hasta dentro de unos 5000 millones de años, de una manera razonablemente armoniosa. Podríamos decir que este amable equilibrio se lo debemos al campo magnético de la Tierra, el cual, a modo de escudo, desvía e impide que las partículas altamente energéticas procedentes del Sol (el viento solar) atraviesen la atmósfera de nuestro planeta, lleguen a la superficie y tengan consecuencias fatales para la vida a corto y medio plazo. 

Se conoce como magnetosfera la región alrededor del planeta donde las partículas cósmicas quedan concentradas y son desviadas. En ella destacan los cinturones de Van Allen como zonas en forma de anillo toroidal en las que se da circulación de protones y electrones, en grandes cantidades, entre los polos terrestres. Esas partículas quedan detenidas en los cinturones, y en los polos, al llegar a la alta atmósfera, generarán el fenómeno de las auroras, boreales o australes. Pero no hay peligro. La vida queda salvaguardada, gracias al movimiento de rotación de la Tierra, que genera el campo magnético.

No solo nuestro planeta posee magnetosfera. Todos los planetas con campo magnético la tienen: Mercurio, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno. Incluso algunos satélites. En Marte, una de las hipótesis para explicar la ausencia de vida es que en un momento dado de su historia se detuvo el núcleo. Así, el campo magnético se haría tan débil como es actualmente, y al no poder retener las poderosas radiaciones solares y cósmicas, la vida se vio, probablemente, abocada a su fin, y cambió la fisonomía del que, aun así, es candidato para albergarla.

Un saludo.