miércoles, 3 de agosto de 2011

Contaminación lumínica

Aunque ahora asome a nuestra ventana un sol radiante, imaginemos una de estas noches de verano, serena, agradable. Podemos estar en una ciudad cualquiera. Desde ella, apenas podemos apreciar las estrellas en ese calmado y despejado cielo nocturno. Conforme nos vamos alejando de la ciudad, más y más estrellas pueden observarse en el firmamento. Y si tenemos la suerte de llegar a un lugar "apartado" de la civilización, el número de estrellas visibles crece casi increíblemente.

Todas las ciudades, y especialmente las grandes, aparecen rodeadas en la lejanía de un halo de luz más o menos intenso. Es luz que hace más cómoda la vida cotidiana, pero que en parte es también contaminación, un excedente innecesario que implica gasto, energía desaprovechada y que impide el mejor disfrute de la naturaleza y la contemplación del firmamento. Es, de alguna manera, una forma más de alejarse de la naturaleza. Ciertos estudios señalan que también afecta a la fauna cercana a los núcleos urbanos, en forma de desorientación o de alteración de los ritmos biológicos, al no distinguir fácilmente el animal el día y la noche.

Todo esto puede parecernos de mayor o menor importancia. Pero ¿cómo sería un mundo con menos luz en sus noches? ¿Sería mejor, o, simplemente, distinto? Más cercano a la naturaleza sin duda.

Saludos de verano.

2 comentarios:

  1. Me parece muy interesante este comentario. Es difícil de decir si sería mejor o peor. Tenía por costubre mi abuela paterna, al hablar de los medicamentos que te recetan los médico cuando estás enfermo: "Lo que es bueno para el bazo, es malo para el espinazo".
    Supongo que la virtud está en encontrar el equilibrio. Vivir en la oscuridad tenía unos inconvenientes fuertes en el pasado, desde delincuencia, hasta lo producitivdad, pasando por no poder prologar demasiado nuestras jornadas y perdida de visión cuando los monjes escribanos trabajaban en sus copias de libros. Hoy todos leemos tranquilamente en nuestras casas, como algo normal, ni siquiera lo consideramos afortunado. Damos por sentado que podemos leer tranquilamente al llegar a casa.
    En mi humilde opinión, una solución hibrida podría ser utilizar celulas de movimiento o de sonido para la activación del alumbrado y que este se desconecte cuando deja de haber movimiento... pero supongo que la utilidad sería limitada, pues hay arterias de las grandes ciudades que nunca duermen.
    Miguel

    ResponderEliminar
  2. Hola. Miguel. La solución que apuntas es muy interesante. Parcialmente ya se aplica; por ejemplo, en la luz de aseos o lugares similares. Habría que extenderla a la iluminación de las ciudades. Puede ser costoso a corto plazo, pero entiendo que a largo plazo el ahorro sería muy grande. Es verdad que en algunos casos no podría emplearse, no al menos del mismo modo; pero en muchos sí. Hay calles por las que a cierta hora ya no transita nadie o casi nadie.

    De acuerdo también con que no valoramos logros como el de tener luz al instante en nuestro hogar. Pero debemos entenderlo. Es algo muy normal en nuestras vidas. Lo cual no debe impedir que seamos responsables del consumo que nos corresponde. Es todo un desafío en el tiempo actual.

    Saludos.

    ResponderEliminar