El universo en que habitamos es un lugar sorprendente y muy desconocido. Se rige por unas leyes físicas en las que las auténticas protagonistas son unos números, unas constantes que determinan cómo son las cosas. Con otros valores, quién sabe qué universo tendríamos, de ser posible alguno, y sobre esto se ha teorizado bastante. Unas son más conocidas, otras no tanto. Encontramos desde las más recurrentes, como pi o e, o el número imaginario i, habituales de las matemáticas, a las constantes universales como la constante de gravitación universal G, o la velocidad de la luz en el vacío, c, el valor de la carga elemental, etc. Y más aún: la impedancia del vacío, la permeabilidad magnética o la permeabilidad del vacío, la aceleración de la gravedad en la superficie de la Tierra, g; el número de Avogadro; la constante de los gases ideales, R... La expansión del universo también se rige por una constante, la constante de Hubble.
Ciertamente, los seres humanos somos más que leyes físicas o matemáticas. Hay emociones, sentimientos, intuición, incertidumbre, decisiones... Y poco a poco empieza la conexión con la maravilla que es el cerebro y su posible descripción en términos empíricos como un órgano en el que los procesos bioquímicos conforman nuestro día a día, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello. Así, somos naturaleza, universo, leyes físicas, químicas, matemáticas, aunque nunca jamás olvidemos el corazón.
Un saludo a todos.
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