En las próximas décadas, muy probablemente asistamos a una paulatina pero irreversible transformación de las fuentes de energía. Actualmente, el grueso de estas deriva de los combustibles fósiles. Pero las reservas de petróleo, por ejemplo, no parecen dar para mucho más de cien años. Y esto, en términos de civilización humana, es muy poco.
El futuro de la energía es tanto como el futuro de la humanidad. A día de hoy, el complejo sistema de vida de la sociedad occidental, y en particular de su entramado de transportes, se sustenta en un consumo masivo de combustibles fósiles. Los biocombustibles (bioetanol y biodiésel) son intentos de reemplazar al petróleo, pero sus rendimientos parecen estar por debajo de lo esperado. En otros casos se trata de crear vehículos propulsados por otras energías (electricidad, pilas de combustible), pero este desarrollo no va lo deprisa que sería deseable.
En otros ámbitos, aparecen energías como la nuclear, sobre las que se suscitan muchas controversias, algunas justificadas, y que no convence a la opinión pública. Se han construido en los últimos tiempos grandes centrales hidroeléctricas como la de las Tres Gargantas en China, pero el impacto ambiental resulta descomunal y tal vez desproporcionado. Las energías solar y eólica son limpias, pero no acaban de despuntar, y si lo hacen es porque llegan pingües ayudas públicas que las subvencionan.
Se piensa en la fusión nuclear, pero es una forma de energía tremendamente difícil de generar en la Tierra. Se trata de la forma en que las estrellas se consumen en su vida de millones de años, quemando hidrógeno para generar helio. Pero ya sabemos de las enormes temperaturas de las que estamos hablando. Aun así, se van consiguiendo algunos resultados, como en el proyecto ITER.
Así pues, cabe preguntarse por el futuro de la energía, y por el de la humanidad. Si dejamos que se agote el petróleo sin haber logrado una alternativa realmente viable, tal vez no se pueda sostener un grado de desarrollo similar al actual, y quizás no estemos dispuestos a eso. ¿Sería posible el mismo nivel de transporte de hoy día? Y, por otro lado, ¿vamos a agotar la última gota de petróleo, y a seguir contaminando hasta el último instante, en lugar de fomentar un cambio limpio lo más cercano posible?
Saludos.
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